Juntos pero no revueltos: la relación de Trabajo Social y Servicios Sociales


"AguiLeo y CrotaLEA", alebrije monumental con motivo de la Feria Internacional del Libro
de Antropología e Historia. Museo Nacional de Antropología,
Ciudad de México, 2017 (Foto: @NFustier)

La relación entre el Trabajo Social y los Servicios Sociales no es fácil y la confusión ha tenido un papel destacado.


Hace unas semanas Israel Hergón planteaba en su blog casi un reto al afirmar que “Los Servicios Sociales han sido el mal para el Trabajo Social” (ver aquí) y pocos días después Nacho Santas nos ofrecía una visión distinta (aquí); ambos partían de la necesidad de distinguir entre la disciplina (Trabajo Social) y el sector o la política social sectorial (Servicios Sociales) y entre otras referencias recurrían a una entrada ya antigua de Belén Navarro (aquí) sobre las diferencias entre Trabajo Social y Servicios Sociales.

Me hallo inmersa en la relectura de materiales para la elaboración del marco teórico de la tesis y, dado que abordo el tema del diagnóstico en la intervención social con individuos y familias, lógicamente he tenido que recurrir a la bibliografía sobre definición y objeto tanto del Trabajo Social como de los Servicios Sociales; por eso el artículo de Israel me pareció curioso, quizás la diferencia generacional le permitió estudiar el Trabajo Social desde premisas distintas a las que yo encontré, que acabé la carrera a mediados de los 80, y que he encontrado en esta relectura debates a los que no tuve acceso durante mis estudios porque no existían, fueron posteriores y la comunicación no era tan fluida y rápida como ahora con las TIC.

Diré, de entrada, que no me parece que ninguna disciplina pueda ser el mal de una política social sectorial (como bien apunta Nacho, a nadie se le ocurre decir que la medicina o la enfermería son el mal de la sanidad) ni al revés tampoco, ninguna política social sectorial puede ser el mal de una profesión, siempre que ésta se comporte como tal: como una disciplina científica y práctica que delimita su espacio de intervención y establece aquello que le es propio.

Como decía, en la bibliografía sobre la definición del Trabajo Social (y su objeto) y la distinción con los Servicios Sociales he encontrado algunos apuntes que pueden servirnos para ver si fue antes el huevo o la gallina. 

Amaya Ituarte publica en 1990 un artículo (1) en el que describe el proceso y relata hechos que yo viví como profesional novata: en la década de los 70 se dio una crisis profesional entre las asistentes sociales (ella señala a las españolas, pero revisando el movimiento “reconceptualizador” de América Latina parece la crisis no era exclusiva de aquí). En ese marco se dieron las Jornadas de Pamplona (1977) y según Ituarte la solución a la crisis profesional fue poner “el problema fuera de nosotros, lo proyectamos en la sociedad y decidimos que «el problema» consistía en la inexistencia de una adecuada red de Servicios Sociales en España” (p. 50). Junto a eso, señala la autora, se pretendió reivindicar esos “nuevos” Servicios Sociales “como campo exclusivo (y excluyente por lo tanto de otros profesionales” aunque reconoce que no fuese de manera explícita la exclusión. 

Así lo recogen las conclusiones de las III jornadas Nacionales de Asistentes Sociales (Pamplona, 1977): “El campo de la intervención profesional – Acción Social-; su objeto, las necesidades sociales en su relación con los recursos aplicables a las mismas; su objetivo – Bienestar Social–; su marco operativo – servicios sociales-.” Y estos principios se desarrollan en un libro que, en la época que estudié era “el libro”: “Introducción al bienestar social” de Patrocinio Las Heras y Elvira Cortajanera (1979), y que ha pasado a la posteridad como “el libro de las casitas”. 

Decía Amaya Ituarte que se llega a afirmar en la década de los 80 se considera que “los servicios sociales son el campo de actuación de los asistentes sociales y sólo de ellos” (p.51); no sé si esta afirmación era un sentir general, pero sí que las trabajadoras sociales de la época eran las protagonistas de los servicios sociales y la incorporación de otras disciplinas no fue pacífica porque había una cierta lucha por el espacio. 
Pero volviendo a la actualidad, pienso que aún hay algo de aquellas brasas que, si no quema, hecha humo y también pienso en la responsabilidad de la profesión. Vamos por partes:

  • “Los Servicios Sociales son el marco operativo del Trabajo Social” con esta afirmación se establece una cierta relación de dependencia que puede llegar a la confusión, porque no se nombran (quizás porque no existían con suficiente entidad) otras disciplinas para la Acción Social.
  • El binomio necesidades – recursos como objeto del Trabajo Social: al reencontrarme con el “binomio” (famoso cuando estudié) me di cuenta que, pese a haber sido cuestionado desde la perspectiva teórica desde la década los 80 (aunque a la Escuela no llegó, ya os aviso), el sustrato caló lo suficiente para que nos veamos en muchos casos abocados a la tarea de tramitación más que a la intervención social, si es que “nos” definimos así, de forma totalmente limitada y restringida, durante años.

Pero, por otra parte, nos hemos encontrado con unos Servicios Sociales que se han definido, en muchas de las normas, de la manera más amplia posible, casi como en Pamplona fijaban el objetivo del Trabajo Social, en la que se autoasignan unos objetivos más propios del conjunto del Sistema de Bienestar que no de una de sus partes (2). 

Tengo la sensación de que, al ser el último de los sistemas o políticas sectoriales en aparecer (aunque ese orden no lo tengo yo muy claro y quizás será cuestión de abordarlo en otro momento), los Servicios Sociales (y las profesiones que le son más características) han querido hacerse valer y para ello han optado por fijarse unos objetivos y una misión casi inalcanzable por si solo.

Ante la complejidad de la sociedad actual no es posible que una teoría, o una disciplina, puedan entenderla y abordarla completamente; pero, aunque somos conscientes de esto (es decir, de la necesidad de interconectar teorías provenientes de distintas disciplinas y, por tanto, en la práctica, de trabajar con otras disciplinas) en la práctica no siempre somos capaces llevarlo a cabo.

Desde mi opinión no tiene mucho sentido que una disciplina intente capitalizar un sistema (Servicios Sociales en este caso) porque eso empobrecerá tanto a la disciplina como al Sistema. Una disciplina (una profesión) debe tener unos objetivos y un objeto claro y definido en relación con la sociedad no respecto a otros profesionales (o disciplinas) o a un sistema o política sectorial. 

Pero no quiero acabar sin hacer una referencia a la responsabilidad de la profesión, en este caso el Trabajo Social, en el desarrollo del Sistema y el posicionamiento de la profesión en el mismo. En los últimos años, con la crisis, nos hemos encontrado (en Catalunya como mínimo) que cada vez que se impulsaba una medida para paliar (en el mejor de los casos) los efectos de la crisis mediante apoyos de carácter económico (desde para evitar los cortes de suministros al acceso a viviendas) se ha trasladado parte del proceso, y de la responsabilidad, a los Servicios Sociales para que, mediante un informe (un trámite más) certifiquen la situación de vulnerabilidad que la propia norma estipulaba en unos parámetros económicos. Y en el diseño de estas medidas han participado los Colegios profesionales e, incluso, en su momento se atribuyeron el “éxito” de que se contara con los Servicios Sociales. 

Ahí es donde yo veo el “mal”, en el hecho que se confunda la disponibilidad de unas profesiones que, por otra parte deberían aportar algo más que una valoración según unos criterios restringidos, están mayoritariamente en un determinado Sistema con la acción de ese Sistema: vaya que, en el fondo, no nos hemos sacado de encima el viejo binomio “necesidades – recursos”; siempre que haya un recursos para distribuir allí estarán los Servicios Sociales ya que tienen las profesiones (en este caso, Trabajo Social) para articular la asignación según las normas. 

Esta dinámica no beneficia ni al Trabajo Social ni a los Servicios Sociales, pero seamos capaces de hacer autocrítica y asumamos que el Sistema de Servicios Sociales, como mínimo en España, es una especie de “ente” que no se si decir descabezado o compararlo con el mito de la Hidra, por la cantidad de cabezas que tiene. El Sistema lo definen y conforman todos los actores que están implicados y ahí es donde tenemos la responsabilidad como profesión.

Además, como ya vienen haciendo las compañeras trabajadoras sociales sanitarias, hay que ser más contundente en reivindicar la presencia del Trabajo Social al menos en el resto de las políticas sociales sectoriales y como objetivo en el conjunto de las políticas públicas y los ámbitos privados con los que se relacionan ¿o, por ejemplo, en el diseño urbanístico de las ciudades y pueblos no tenemos nada que decir las trabajadoras sociales? 


(1) Ituarte Tellaeche A. Trabajo Social y Servicios Sociales: Aportes para una Clarificación Necesaria. Doc Soc. 1990;79(1):49–63. Se puede encontrar en: https://www.caritas.es/producto/trabajo-social-servicios-sociales/
(2) La Ley de Servicios Sociales de Catalunya dice en su artículo 3: "1. Los servicios sociales tienen como finalidad asegurar el derecho de las personas a vivir dignamente durante todas las etapas de la vida mediante la cobertura de sus necesidades personales básicas y de las necesidades sociales, en el marco de la justicia social y del bienestar de las personas

Comentarios

  1. Hola Nuria. No he participado mucho en el debate porque las fechas veraniegas y relajadas en las que lo propuso Israel no favorecían mis reflexiones...
    Yo defiendo que la creación en los años 80 del Sistema de Servicios Sociales supuso un gran avance para el Trabajo Social. Permitió que gran cantidad de trabajadores sociales ejercieramos la profesión, a través de lo cual se obtuvo una visibilidad, presencia y reconocimiento en la sociedad que hasta entonces no se tenía.
    El problema ha venido después, con la estructura, desarrollo, principios y valores con los que se ha desarrollado el Sistema de Servicios Sociales y que, para mí, han supuesto la tumba para el Trabajo Social, que sigue muy presente numericamente (cada vez menos...) pero que ha desvirtuado de tal manera su función que ya no es ni reconocible como profesión.
    Las causas de todo ello son muy variadas, pero nuestra responsabilidad como constructores protagonistas de ese sistema es para mí la más importante.
    En cuanto a sus consecuencias, las que estáis citando. Pareciera que las esencias del Trabajo Social se guardan hoy en otros ámbitos, donde emergen con cierta fuerza el trabajo social en el tercer sector y el trabajo social sanitario.
    Y comienzo a detectar en estos ámbitos errores parecidos a los que cometimos en Servicios Sociales. Creo que es necesaria una profunda reflexión entre nuestra profesión, en especial en nuestras relaciones con la política social y en relación a nuestro siempre controvertido objeto, para que lo que hoy parece una oportunidad no se convierta mañana en nuestra desgracia.
    Saludos, Nuria, y enhorabuena por tu trabajo.

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    1. Muchas gracias Pedro. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Tengo la sensación que repetimos errores y que ahora depositamos en otros sistemas la esencia del Trabajo Social pero sin una reflexión profunda. También pienso que la reflexión sobre el objeto y el establecimiento de límites sobre la acción de la profesión en los sistemas (políticas sociales sectoriales), pero desde la reflexión de la profesión no en relación a los servicios o prestaciones. En ese sentido, además de las citas apuntadas en la entrada, tanto el primer capítulo del libro de María José Aguilar (Trabajo Social y Metodología) como la ponencia de Teresa Matus en el Congreso de Mérida hacen aportaciones muy interesantes; ah! y acabo de leer la ponencia de M. José Aguilar en el Congreso de Aragón y me parece también interesante. Debemos seguir el debate y, sobretodo, separar el debate sobre la profesión del debate del Sistema para evitar seguir con las confusiones. El Sistema debe construirse desde la interdisciplinariedad y la definición de la profesión es requisito previo a entrar en ese diálogo. Seguimos en ello. Saludos.

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  2. TAN INTERESANTE la reflexión como el comentario a la misma.

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